jueves, 19 de diciembre de 2013

UN CASTIGO EJEMPLAR…





Todo funcionario público, tiene grandes responsabilidades ante los ciudadanos que le han otorgado un mandato a través de sus votos en una elección, y una de ellas es el respeto a ese voto, actuando con responsabilidad y honestidad.

El gobernador de Tokio Japón, Naoki Inose, ha renunciado a su cargo, al aceptar que recibió medio millón de dólares de un magnate de la salud, a cambio de otorgar favorecimientos en trámites de gobierno, en un principio el mandatario  japonés al ser cuestionado admitió que era un préstamo personal libre de intereses, pero al final acepto el soborno.

Gran lección, que deberían aplicarse muchos funcionarios públicos en nuestro México, presidentes municipales, gobernadores, presidentes de la republica, senadores, diputados federales y locales, etc., pero en este país Kafkiano, lejos del recato y la vergüenza, aflora el descaro.

Hace unos días se dio a conocer en la Revista Forbes, una lista de los 10 personajes más corruptos de México y entre ellos figuran ex gobernadores y funcionarios que después de haber terminado su gestión, se dedican a festinar y a exhibir sus grandes fortunas y la miseria de sus valores morales.

Pero para colmos, a últimas fechas se ha reivindicado a un ex funcionario público de las acusaciones hechas en su contra, y que por ello estuvo recluido durante varios años y al quedar en libertad, ha seguido sus litigios para recuperar propiedades, cuentas bancarias,  incautadas producto de enriquecimiento inexplicable, sin embargo, ya le han sido reintegradas para que pueda disfrutar de sus riquezas y carcajearse de todo México y recuperar y seguir paseando su “prestigio” entre los de su calaña y ” la respetable gente bien”  que frecuenta,  su nombre : Raúl salinas de Gortari.

En nuestro país, todo funcionario que pisa la cárcel, (que han sido pocos), no es a causa de un castigo por haber traicionado o faltado a sus conciudadanos, es un castigo por no haber satisfecho los intereses políticos de gobernantes en turno y haber faltado al código “ético” de la política mexicana, caso reciente:  Maestra Elba Esther Gordillo.

En nuestro país, la crisis de credibilidad que sufre  la ciudadanía va mas en contra de la clase política y de sus gobernantes, porque durante décadas no han satisfecho las expectativas ciudadanas, porque solo atienden a los intereses  de grupos y propios.

Y todo esto atiende estrictamente a una estructura de comportamiento cultural, porque la corrupción en México es endémica. La indiferencia social acerca de todos estos hechos nos debe preocupar, porque no puede tomarse esta actitud como una aceptación de la corrupción, sino mas bien de un hartazgo que pudiera derivar en conflictos sociales, no de violencia sino de desobediencia.

Todo en la vida tiene límites, y más tratándose de expresiones y conductas sociales, pedirles a nuestros gobernantes, mejor dicho,  a quienes ocupan los espacios de gobierno que estén alertas, es como predicar y gritar en el desierto.

Las voces de las actuales y nuevas generaciones habrán de escucharse y  generar acciones de respuesta, una sociedad no puede ni debe quedarse en la inacción y en el silencio, porque estaríamos presenciando su negación como tal.

La clase política mexicana debería aprender de las lecciones de la cultura oriental, y de la renuncia de Naoki Inose, pero es pedir demasiado, ellos solo entienden de lecciones de negocios y de enriquecimientos personales.

 

 

 

 

 

 

 

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