Han
transcurrido 204 años de aquella madrugada del 16 de septiembre de 1810, en que
obligado por las delaciones de traidores de la gestación del movimiento de independencia de México, el cura Miguel Hidalgo y Costilla, arengó en
el atrio de la parroquia de Dolores hoy de
Hidalgo, a los lugareños para levantarse en contra del gobierno
virreinal y el de España y lanzar la
proclama de libertad e independencia.
A
204 años de distancia, quienes estamos orgullosos de haber nacido en México,
celebramos el inicio del movimiento independentista, celebramos nuestra
identidad de mexicanos y sin caer en la patriotería celebramos la gesta heroica
que un puñado de mexicanos criollos iniciaron para que esta nación comenzara su
conformación como tal y se estableciera la norma fundante que contendrían las
garantías constitucionales de todo mexicano nacido en territorio nacional.
300
años de dominación española, fueron la más execrable etapa que vivió y sufrieron
innumerables mexicanos y esa dominación nos dio parte de una identidad fundida
en mestizaje. Están por cumplirse 500 años de la llegada de Hernán Cortes a
tierras mexicanas, de cuba a Cozumel y de ahí a la villa rica de la Veracruz
donde se fundó el primer ayuntamiento en tierra continental y acto seguido su
marcha hacia la gran Tenochtitlán para iniciar la total destrucción de
civilizaciones originarias de un territorio desconocido por los españoles
invasores que deslumbrados por su riqueza y su gran señorío impusieron a través
de la violencia religión y gobierno.
A
204 años del inicio del movimiento de independencia, creo seguimos sojuzgados y
dominados por culturas económicas que siguen viendo y viviendo en México un
gran territorio de oportunidades. Después de consumada nuestra independencia,
México ha sufrido los embates de países como Francia y estados unidos de
Norteamérica, este ultimo arrebatándonos casi la mitad del territorio nacional
en el siglo XIX, y en los últimos tiempos del pasado siglo XX, la dominación ha
sido económica y la cercana vecindad nos ha influenciado culturalmente.
Francia
e Inglaterra en la etapa del Porfiriato, y a la caída del gobierno de Porfirio Díaz,
los vecinos norteamericanos antes de este gobernante y posteriormente con los
gobiernos de la revolución. Y en los tiempos actuales los capitales económicos
japoneses, chinos, españoles, ingleses, norteamericanos los más destacados.
Los
puertos, la banca, la industria, los ferrocarriles de carga, (el de transporte
de pasajeros no existe), inverosímil para un país que busca el progreso, y
ahora las comunicaciones y el petróleo con las últimas reformas
constitucionales promovidas por el ejecutivo federal actual y autorizado por el
poder adherente: el legislativo.
Se
dice que nos irá mejor en los próximos años, que la panacea de nuestros males
económicos son las reformas constitucionales recientes, y recuerdo que esta
festinación también se presentó cuando se dio a conocer el TLC, tratado de
libre comercio suscrito entre Estados unidos de Norteamérica, Canadá y México y
¿qué ha sucedido? Que seguimos igual o peor, y ahora la buena nueva: las
reformas de un país deformado.
Mientras
tanto seguimos y seguiremos festejando nuestro movimiento de independencia,
quizá como un anhelo de conciencia de la verdadera ciudadanía que sufre los
estragos de políticas económicas sexenales y de intereses de grupos en el poder que favorece a unos cuantos y que empobrece a
la gran mayoría.
Y
como diría el vate Ricardo López Méndez en su poema “México creo en ti” “…México tu creo en ti, porque tu nombre se escribe con X
que algo tiene de cruz y de calvario….”
Aun
con todo ello, gritemos con gran entusiasmo y determinación el hecho de haber
nacido en esta tierra generosa, tierra multicolor y multicultural, de
majestuosas serranías, de playas de ensoñación, de tierra noble y fértil,
selva, trópico y abigarrada vegetación, de historia y de pasión ciudadana: ¡VIVA
MEXICO CABRONES!
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