En mis días de infancia tuve
conocimiento de una fabula que en síntesis se refería a un pastorcito que al
cuidado de su rebaño de ovejas, en varias ocasiones gritó “ahí viene el lobo” y
los demás pastores ovejeros, corrían con sus rebaños a refugio seguro y el
pastorcito bromista se reía y burlaba del miedo y las carreras de su
compañeros, y así lo hizo en varias ocasiones hasta que un día, el pastorcito
bromista se percató de la presencia de un lobo y comenzó a gritar desesperado
sin tener éxito a su voz de alarma, pues los demás pastores no le creyeron y no se movieron de sus lugares hasta que se
percataron de la presencia del lobo que
se comió a las primeras ovejas que encontró a su paso y estas fueron las del pastorcito
bromista.
Y
esto está pasando en mi país; en varias ocasiones se han llevado a cabo reformas
constitucionales para solventar y “salvar” organismos de gobierno, haciéndonos creer
que son necesarias para beneficio de la ciudadanía en general. Así lo fue
cuando se privatizó Teléfonos de México, Ferrocarriles nacionales de México, el
“rescate” de la Banca Nacional, la requisa de los puertos marítimos nacionales,
la privatización de las carreteras nacionales con cobro de cuotas, la reestructuración
de los sistemas de seguridad social como lo son el IMSS y el ISSSTE.
En
estos días motivo de comentarios generalizados la reforma educativa, la reforma
energética,; estos dos temas muy sensibles socialmente, por tratarse uno, de un
tema donde interviene no solo la rectoría de gobierno, sino también los
intereses sindicales que defienden a toda costa sus intereses gremiales y su cuota
de poder.
Otra,
la reforma energética, un tema que dará mucho que hablar y discutir en el
congreso federal y ante la ciudadanía, que ya no cree en los argumentos de los
actores políticos, a pesar de la propaganda mediática que trata a toda costa de
convencer con las bondades de la reforma. al decir que al aprobarse la reforma
en automático bajaran las tarifas de luz, los costos de la gasolina y seremos
muy felices porque el petróleo seguirá siendo “nuestro”.
Los
argumentos históricos que se están utilizando en la propaganda en todos los medios de comunicación, ha sido
para el que escribe, un gran error, utilizar el nombre y las razones del
general Lázaro Cárdenas del Río, me causa decepción del actuar y del pensar de
los “sesudos” asesores del presidente Peña Nieto, que quieren vendernos sueños
color de rosa y castillos en el aire, para hacernos creer que con la reforma energética
viviremos en un México feliz.
Todo
tiempo tiene su historia propia, todo tiempo vive su circunstancia y no tienen
comparativo los tiempos del presidente Cárdenas, con los tiempos del Presidente
Peña Nieto, no es el mismo México de 1938 que el actual, el tiempo de Cárdenas
fue de organización y de conformación de las instituciones y las condiciones
sociales eran distintas a las actuales, aquellos mexicanos nuestros abuelos creían
en las acciones de sus gobernantes, nosotros la actual ciudadanía mexicana, no
cree en sus autoridades y las instituciones están sufriendo el cáncer de la corrupción,
que ya es generalizada.
El
ejecutivo federal esta transitando por los caminos de la incredulidad, y esta
se manifiesta en la situación económica familiar, en el desempleo a pesar de
una reciente reforma laboral que también se dijo que sería benéfica porque nos darían
más oportunidades de empleo sobre todo a los jóvenes, pero de esto nada se
tiene, en la crisis de la educación, en la inseguridad, pero en lo más grave,
en el sinuoso camino de la corrupción.
El
gobierno del presidente Peña Nieto, generó grandes expectativas en el
electorado nacional, es cierto, en menos de un año de gestión, no es posible
dar resultados óptimos, pero la nación en su urgencia de mejorar su credibilidad
por el actuar de sus gobernantes, exige resultados inmediatos y esa debe ser la
premisa fundamental de todo aquel que solicita el voto de sus conciudadanos y
logra con ello una representatividad pública.
El
panorama social y político de nuestro México, no es todo lo halagüeño que se
quisiera, los hilos del poder deben ser destinados hacia el bienestar del
pueblo, hacia la construcción del futuro de las nuevas generaciones de
mexicanos a los que deben atenderse en
sus necesidades sociales, y no a satisfacer intereses de grupos económicos y políticos.
Las voces populares son sabias y deben ser escuchadas, poner oídos sordos es despertar la conciencia
social que quizá tomará en sus manos las decisiones para enderezar el rumbo del
país.