Todo
funcionario público, tiene grandes responsabilidades ante los ciudadanos que le
han otorgado un mandato a través de sus votos en una elección, y una de ellas
es el respeto a ese voto, actuando con responsabilidad y honestidad.
El
gobernador de Tokio Japón, Naoki Inose, ha renunciado a su cargo, al aceptar
que recibió medio millón de dólares de un magnate de la salud, a cambio de otorgar
favorecimientos en trámites de gobierno, en un principio el mandatario japonés al ser cuestionado admitió que era un préstamo
personal libre de intereses, pero al final acepto el soborno.
Gran
lección, que deberían aplicarse muchos funcionarios públicos en nuestro México,
presidentes municipales, gobernadores, presidentes de la republica, senadores,
diputados federales y locales, etc., pero en este país Kafkiano, lejos del
recato y la vergüenza, aflora el descaro.
Hace
unos días se dio a conocer en la Revista Forbes, una lista de los 10 personajes
más corruptos de México y entre ellos figuran ex gobernadores y funcionarios
que después de haber terminado su gestión, se dedican a festinar y a exhibir
sus grandes fortunas y la miseria de sus valores morales.
Pero
para colmos, a últimas fechas se ha reivindicado a un ex funcionario público de
las acusaciones hechas en su contra, y que por ello estuvo recluido durante
varios años y al quedar en libertad, ha seguido sus litigios para recuperar
propiedades, cuentas bancarias, incautadas
producto de enriquecimiento inexplicable, sin embargo, ya le han sido
reintegradas para que pueda disfrutar de sus riquezas y carcajearse de todo México
y recuperar y seguir paseando su “prestigio” entre los de su calaña y ” la
respetable gente bien” que frecuenta, su nombre : Raúl salinas de Gortari.
En
nuestro país, todo funcionario que pisa la cárcel, (que han sido pocos), no es
a causa de un castigo por haber traicionado o faltado a sus conciudadanos, es
un castigo por no haber satisfecho los intereses políticos de gobernantes en
turno y haber faltado al código “ético” de la política mexicana, caso reciente:
Maestra Elba Esther Gordillo.
En
nuestro país, la crisis de credibilidad que sufre la ciudadanía va mas en contra de la clase política
y de sus gobernantes, porque durante décadas no han satisfecho las expectativas
ciudadanas, porque solo atienden a los intereses de grupos y propios.
Y
todo esto atiende estrictamente a una estructura de comportamiento cultural,
porque la corrupción en México es endémica. La indiferencia social acerca de
todos estos hechos nos debe preocupar, porque no puede tomarse esta actitud
como una aceptación de la corrupción, sino mas bien de un hartazgo que pudiera derivar
en conflictos sociales, no de violencia sino de desobediencia.
Todo
en la vida tiene límites, y más tratándose de expresiones y conductas sociales,
pedirles a nuestros gobernantes, mejor dicho, a quienes ocupan los espacios de gobierno que estén
alertas, es como predicar y gritar en el desierto.
Las
voces de las actuales y nuevas generaciones habrán de escucharse y generar acciones de respuesta, una sociedad no
puede ni debe quedarse en la inacción y en el silencio, porque estaríamos presenciando
su negación como tal.
La
clase política mexicana debería aprender de las lecciones de la cultura
oriental, y de la renuncia de Naoki Inose, pero es pedir demasiado, ellos solo entienden
de lecciones de negocios y de enriquecimientos personales.