Mucho se ha mediatizado lo
relativo al tema de las reformas sociales emprendidas por la actual administración
federal que preside el Lic. Enrique Peña Nieto. La publicidad en los medios de
comunicación y escritos ha sido impresionante y con ello el desembolso de
muchos millones de pesos, significando con ello una gran preocupación por
tratar de hacer comprensiva ante la opinión ciudadana las “ventajas” de dichas “Reformas”.
Reforma educativa,
Hacendaria, telecomunicaciones, son reformas que al decir de nuestros gobernantes
serán de gran beneficio en el futuro para todos nosotros los mexicanos. El futuro
es algo inmedible que puede ser el día siguiente al actual, un mes después, un
año, o quizás 20, 30, 50 años. Mientras tanto la realidad mexicana se
desarrolla en el presente y para la ciudadanía el futuro no es halagüeño,
porque en los hechos, no existe un progreso en la economía familiar, al
contrario se vive una inflación que no quieren reconocer nuestras autoridades y
sin embargo se vive y se está padeciendo por la carestía de todos los artículos
básicos.
Ya por ahí hay voces de que
debe desaparecer la comisión nacional de los salarios mínimos, que solo sirve
de gran simulación, porque es el freno oficial para evitar el establecimiento
de un real y verdadero salario mínimo que cada año se ve incrementado en
centavos, considerándose como una burla para el trabajador y una gran ayuda
para los empresarios.
Paradójicamente los
legisladores panistas, en su mayoría
empresarios ahora salen en defensa de que se incremente el actual salario mínimo en un trescientos por ciento, siendo que cuando
fueron gobierno jamás hicieron algo similar, simuladores que tratan de
congraciarse con la clase laboral para ganar confianza en futuros votos.
En días pasados la noticia
de que las iglesias también tendrán que pagar impuestos, no fue muy bien
recibida por la cúpula clerical, el SAT en toda su magnificencia haciendo
notoria sus facultades y dando la impresión que al gobierno le urge la recaudación.
Me recuerda una etapa de la historia de México en la cual un gobernante decreto
el pago de impuestos según el numero de puertas y ventanas de las casas habitación, Antonio López de Santa Anna 1852.
Mientras tanto una nota discordante
entre los legisladores, “casta divina”, trasciende en los medios de comunicación,
al aflorar el hecho de unos “bonos millonarios” por “servicios prestados” en
las aprobaciones legislativas a la reforma energética.
Nuestro gobernantes pregonan
que vamos bien, que el futuro que nos espera será promisorio, y que nuestra
futuras generaciones se verán beneficiadas con estas reformas, que habrá
empleo, que habrá una mejor distribución de la riqueza, que el paraíso será
nuestro y de nadie mas.
Pero la realidad mexicana es
otra, carestía, inconformidad social, desempleo, educación politizada, y el
flagelo de la inseguridad, gobernantes corruptos, legisladores al servicio de
intereses de grupos y personales, justicia plegada a intereses dominantes.
El futuro es algo incierto
que no es posible adivinar, ni imaginar con buenos deseos, espero no se estén acrecentando
las bases de la riqueza mal distribuida y en pocas manos, tal y como lo es en
la actualidad. Sin embargo nuestro ejecutivo federal tiene derecho al beneficio
de la duda.