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de mayo de 1913, del puerto de Veracruz zarpa el buque alemán “ Ipiranga” con
destino a Francia, a bordo el ex presidente de la República mexicana por más
de 33 años. Porfirio Díaz Mori, se dice que al alejarse y contemplar a las
gentes que se concentraron en el muelle del puerto para despedirlo y contemplar
la extensa costa al avance del buque, externó
con gran dolor y nostalgia: “Adiós
patria querida, no vayan a despertar al México bronco” La frase cumplirá
este año su primer centenario.
Y
a 100 años de distancia contemplamos y vivimos lo que es terrible realidad; síntomas
de la descomposición social en nuestro
país, que se debate en una lucha todavía no entendida, pero perceptible en el
tejido social que conforma la estructura institucional de nuestro país.
A
102 años de distancia temporal de haberse iniciado el movimiento armado denominado
revolución mexicana, se advierten signos
que nos indican inicios de toma de decisiones por parte de la ciudadanía que al
parecer ha decidido actuar, hastiados de la inefectividad de las instituciones
y de la irresponsabilidad de sus autoridades.
Durante
la década de los años “60s”, en México emergieron movimientos guerrilleros
inspirados por la guerrilla socialista cubana
pero esos movimientos armados, no
fructificaron por carecer del respaldo popular.
La
ola de violencia que se ha desencadenado en nuestro país, y la descomposición
de nuestras instituciones han dado como resultado el temor y la desconfianza
social que se debate en una crisis de incredulidad que se incrementa con las últimas
actuaciones de las instituciones de justicia que no han satisfecho a la percepción
social.
En
el estado de guerrero, en las últimos meses a través de los medios de comunicación
nos enteremos de que en pueblos serranos, sus pobladores se han organizado en
grupos de autodefensa civil, con la
finalidad de proteger sus vidas y defender sus patrimonios, y hacer frente a
quienes han hecho del crimen, del
secuestro y del chantaje una profesión.
Y
así somos testigos por las imágenes de la televisión de ciudadanos que armados
patrullan y vigilan sus comunidades, con la ausencia de las policías locales
que han sido desplazadas por la ciudanía
que ha decidido hacer frente a los criminales.
Hace
unos días los ciudadanos de una población del estado de Guerrero se erigieron en gran tribunal, para juzgar a
cerca de 54 ciudadanos que fueron detenidos por considerarlos culpables de
ilícitos cometidos en contra de los pobladores de aquellos lares. Sin la
presencia de las autoridades cuya representatividad tiene en sus manos el ejercicio de la aplicación
de las leyes; días después los detenidos
fueron entregados a las autoridades correspondientes después de intensas
negociaciones, para la aplicación de las normas que correspondieran a un juicio legal y justo,
con las sanciones a que se hayan hecho merecedores.
Y
aquí se aprecia un gran vacío de autoridad, debido a la ausencia de confianza
en ellos por parte de la población. Las autoridades han reaccionado, pero no con la inmediatez requerida, parecería que
están no solo sorprendidos sino atemorizados de las reacciones de las gentes
de los pueblos que ya no están dispuestos
a soportar vejaciones y a tolerar injusticias.
El
estado de guerrero siempre ha sido una entidad que se ha caracterizado por la
reciedumbre de sus hombres y mujeres, el estado de Oaxaca que también padece de
injusticias ancestrales y ambos estados como el Estado de Chiapas de grandes rezagos sociales, también
en los estados de Jalisco, Michoacán, Morelos, Estado de México y Veracruz se
han formado estos cuerpos de autodefensa, un total de 36. Una chispa al saltar enciende llamas y estas los fuegos que arrasan con gran voracidad lo
que se encuentre a su paso para purificar y dar paso a la reivindicación
social.
El
gobierno federal encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, deberá tener cuidado y los
gobiernos de los estados al igual, pues se requiere de la implementación de acciones públicas que permitan recuperar la credibilidad social,
que no solo existe en las regiones serranas, sino también en los conglomerados
urbanos.
Los
gobernantes en turno tienen la gran oportunidad para reivindicar las luchas
sociales de campesinos, trabajadores con
acciones que rescaten la credibilidad en las instituciones y en sus gobernantes;
el lenguaje de las promesas ya no tiene
valor en las mentes de muchos mexicanos que trabajan día a día con las cargas
del resentimiento social.
Por
ello la frase de Porfirio Díaz Balmori, retoma vigencia con estos acontecimientos,
no vayan a despertar al México bronco, o ¿ya está despertando?