viernes, 26 de julio de 2013

MANUELITO Y LA EXPLOTACION INFANTIL…





De no haber sido por las redes sociales, la historia de Manuelito, un niño de origen de la etnia tzotzil , del estado de Chiapas, no hubiera trascendido y seguiría siendo una de las miles de historias anónimas que son el ejemplo claro de la explotación infantil en México, y que a pesar de la práctica cotidiana en la gran mayoría de las entidades del país, las autoridades responsables de vigilar y sancionar estas prácticas de explotación, se hacen los ciegos y los sordos, porque solo ellos no  ven,  ni escuchan los reclamos silenciosos de miles de niños que padecen el flagelo de la maldad de individuos que se aprovechan de la necesidad y de la ignorancia de mujeres, niños y niñas de etnias que a pesar de los adelantos y el “progreso” de México, siguen viviendo en el inframundo de la pobreza extrema.

Manuelito, un infante de  9 años, tenía apenas unos días de estancia en Villahermosa, capital del estado de Tabasco; huérfano de padre y madre, acompañado de su tía, también de origen tzotzil y vendedora de dulces y cigarros; Manuelito fue víctima de un inspector municipal de comercio, que abusando de su autoridad, detuvo a Manuelito y le hizo vaciar la mercancía de su canasta para tirarla al suelo y además decomisarle las cajetillas de cigarros que llevaba para su venta.

Las lágrimas de Manuelito, reflejaron su miedo, su impotencia, ante el abuso de un adulto, que sin el menor de los recatos en plena vía publica, hizo gala del excesivo celo por su trabajo, excediéndose y humillando a un menor que se ha encontrado de frente con la cruda realidad de una vida cruenta, alejada de los juegos y comodidades que otros niños de su edad disfrutan.

Al darse a conocer estos hechos a través de las redes sociales, las autoridades de gobierno, aparecieron declarando que el inspector de comercio había sido cesado, el gobernador del estado, ofreciendo una beca de estudios, ayuda psicológica y medica  para el menor, la esposa del gobernador también manifestó su preocupación por estos hechos y ¡sorpresa!, la comisión estatal de los derechos humanos,¡ va intervenir!

Y me pregunto ¿y donde estaban todas estas autoridades que ahora manifiestan su preocupación por Manuelito?  Y ahora que harán respecto a todos los niños y niñas y mujeres de etnias chiapanecas que transitan por las calles de la capital tabasqueña, vendiendo prendas de vestir artesanales y dulces y cigarros, que les proporcionan, grupos de explotadores a cambio de unos cuantos pesos, aprovechándose de la gran necesidad y la pobreza de sus comunidades.

¿Actuaran las autoridades contra esas bandas de explotadores? O seguirán dándose golpes de pecho, para tranquilizar sus conciencias y aparentar ante la ciudadanía de su fingida preocupación por causas como la de Manuelito.

 

El llanto de Manuelito, es el reclamo no solo a las autoridades, responsables de velar por el bienestar social; es el reclamo a toda la sociedad mexicana que indolente no quiere ocuparse de la gran pobreza y la gran marginación que todavía prevalece en nuestro país.

Los responsables de velar y proteger por los derechos humanos, una vez más demuestran su incapacidad, su indolencia, y su preocupación política, por preservar y conservar sus puestos dentro del organigrama de una dependencia, que va acompasada con las directrices e intereses de los gobiernos de los tres niveles.

Manuelito ya no está en Villahermosa, ya “regreso” a su pueblo, ¿regresó? ¿o se lo llevó su explotador?  Porque su tía permanece en Villahermosa.

Con esta historia se demuestra una vez mas, la ineficacia de las autoridades en México, y la indolencia de aquellos que tienen la seguridad de un cargo público, por cierto ¿y la cruzada contra el hambre en donde quedaría?  Otro discurso político, como lo son las comisiones de los derechos humanos eso:  solo discursos políticos.

 

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