Este fin de año, he visitado
Villahermosa, la capital del estado de Tabasco, hay ambiente de festividades de
fin de año, los tabasqueños esperan con ansiedad el día 31 de diciembre del año
que termina, 2012, esperan con inquietud el inicio del 2013, se siente una
atmósfera de desilusión, de coraje, de impotencia, pero a la vez de esperanza.
El día 31 de diciembre es el
cambio del mandatario del ejecutivo estatal, sale un gobernador Andrés Granier
Melo, entra un nuevo gobernante Arturo Núñez Jiménez, militante durante muchos
años del Partido revolucionario institucional, político de carrera que después
de 40 años de aspirar a la gubernatura de su estado natal, ve cumplido su más
preciado anhelo, pero ahora como militante del Partido de la Revolución
democrática PRD, cambió de militancia por habérsele negado la oportunidad en el
PRI, a través de otro gobernante, Roberto Madrazo Pintado, quien prefirió
dársela a su delfín, Manuel Andrade Díaz, joven gobernante que se perdió en lo
efímero de la gran oportunidad recibida y que se ha diluido en la memoria de
los tabasqueños, como todo aquel que
pasa y no permanece en la memoria histórica cuando no ha construido por meritos
propios su camino en la vida política.
83 años de gobiernos priistas en
el estado de Tabasco y por primera vez un gobernante de un partido político que
no es el PRI, llevara las riendas del
gobierno durante seis años, por lo que causa expectación y curiosidad en la
manera que ha de llevarse la conducción de un estado que queda y esta lacerado
por un gobernante saliente y sus colaboradores, por la manera tan impúdica en
que trabajaron y que por parte de la
ciudadanía tabasqueña han sido
merecedores de un adjetivo calificativo lacerante: LADRONES.
A mi arribo, la ciudad de
Villahermosa era un caos, bloqueos por
todas las entradas y salidas de la ciudad, organizados por jubilados del estado
sin recibir el pago de sus pensiones, acreedores y contratistas que no han recibido
sus pagos, trabajadores del sector salud que no habían recibido sus pagos de
salarios y aguinaldos y una ciudadanía expectante que ya había actuado en las
urnas electorales, otorgando su voto de castigo al PRI y llevando a la
gubernatura al PRD.
En la prensa, en los mercados, en
las calles, en los cafés, las pláticas de la ciudanía abordaban un solo tema,
el quebranto económico en que el gobernador Andrés Granier entregaba el estado
al término de su gestión, vaya, hasta el obispo de la iglesia católica de
tabasco, se pronunciaba por ello.
El día 31 de diciembre llegó, a la ceremonia de cambio del ejecutivo estatal,
el gobernador saliente no se presentó, presintiendo quizá la repulsa de su
pueblo, sus paisanos lo esperaban para espetarle lo mal de su gobierno, pero lo
más grave el tremendo endeudamiento en que lo deja, ya que de una deuda de
cuatrocientos millones de pesos, se elevó en su sexenio en diez mil millones de
pesos.
Tabasco ya no es un edén, sino un
infierno y corresponde al nuevo gobernante rescatar la confianza de los
tabasqueños, y solo aplicando la ley a quienes son responsables de una mala
gestión de gobierno habrá de tomar un nuevo rumbo, un estado que tiene como
valor social la grandeza de su gente.
Tanto como Enrique Peña Nieto presidente de la república,
como el nuevo gobernador Arturo Núñez, tienen en sus manos la gran oportunidad
histórica de aplicar la ley a quienes traicionaron la confianza depositada en
ellos por el pueblo. En México ya no se debe seguir solapando a servidores
púbicos que lucran con sus mandatos en las esferas del poder; ya es tiempo de
someter al juicio público y al de las leyes a todo aquel servidor público que
se le pruebe que irresponsablemente se conduzca y se sirva del cargo y genere
quebrantos al erario público.
En México se deben escribir
nuevas historias de justicia, de equidad y no páginas de historias de impunidad, solo así México
habrá de tomar nuevas rutas de progreso, de confianza, pero sobre todo de combate a la
corrupción; un funcionario público es un servidor del pueblo, y éste es
merecedor de todo el respeto por parte de sus gobernantes; el mandato es del
pueblo y el mandatario se debe a él; servirse de un cargo y acrecentar grandes
fortunas mal habidas deben tener un destino : LA CARCEL.
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