viernes, 4 de enero de 2013

Tabasco ¿Un edén?

 Este fin de año, he visitado Villahermosa, la capital del estado de Tabasco, hay ambiente de festividades de fin de año, los tabasqueños esperan con ansiedad el día 31 de diciembre del año que termina, 2012, esperan con inquietud el inicio del 2013, se siente una atmósfera de desilusión, de coraje, de impotencia, pero a la vez de esperanza.

El día 31 de diciembre es el cambio del mandatario del ejecutivo estatal, sale un gobernador Andrés Granier Melo, entra un nuevo gobernante Arturo Núñez Jiménez, militante durante muchos años del Partido revolucionario institucional, político de carrera que después de 40 años de aspirar a la gubernatura de su estado natal, ve cumplido su más preciado anhelo, pero ahora como militante del Partido de la Revolución democrática PRD, cambió de militancia por habérsele negado la oportunidad en el PRI, a través de otro gobernante, Roberto Madrazo Pintado, quien prefirió dársela a su delfín, Manuel Andrade Díaz, joven gobernante que se perdió en lo efímero de la gran oportunidad recibida y que se ha diluido en la memoria de los tabasqueños, como todo  aquel que pasa y no permanece en la memoria histórica cuando no ha construido por meritos propios su camino en la vida política.

83 años de gobiernos priistas en el estado de Tabasco y por primera vez un gobernante de un partido político que no es el PRI,  llevara las riendas del gobierno durante seis años, por lo que causa expectación y curiosidad en la manera que ha de llevarse la conducción de un estado que queda y esta lacerado por un gobernante saliente y sus colaboradores, por la manera tan impúdica en que trabajaron y  que por parte de la ciudadanía tabasqueña  han sido merecedores de un adjetivo calificativo lacerante: LADRONES.

A mi arribo, la ciudad de Villahermosa era un caos, bloqueos  por todas las entradas y salidas de la ciudad, organizados por jubilados del estado sin recibir el pago de sus pensiones,  acreedores y contratistas que no han recibido sus pagos, trabajadores del sector salud que no habían recibido sus pagos de salarios y aguinaldos y una ciudadanía expectante que ya había actuado en las urnas electorales, otorgando su voto de castigo al PRI y llevando a la gubernatura al PRD.

En la prensa, en los mercados, en las calles, en los cafés, las pláticas de la ciudanía abordaban un solo tema, el quebranto económico en que el gobernador Andrés Granier entregaba el estado al término de su gestión, vaya, hasta el obispo de la iglesia católica de tabasco, se pronunciaba por ello.

El día 31 de diciembre llegó,  a la ceremonia de cambio del ejecutivo estatal, el gobernador saliente no se presentó, presintiendo quizá la repulsa de su pueblo, sus paisanos lo esperaban para espetarle lo mal de su gobierno, pero lo más grave el tremendo endeudamiento en que lo deja, ya que de una deuda de cuatrocientos millones de pesos, se elevó en su sexenio en diez mil millones de pesos.

Tabasco ya no es un edén, sino un infierno y corresponde al nuevo gobernante rescatar la confianza de los tabasqueños, y solo aplicando la ley a quienes son responsables de una mala gestión de gobierno habrá de tomar un nuevo rumbo, un estado que tiene como valor social la grandeza de su gente.

Tanto  como Enrique Peña Nieto presidente de la república, como el nuevo gobernador Arturo Núñez,  tienen en sus manos la gran oportunidad histórica de aplicar la ley a quienes traicionaron la confianza depositada en ellos por el pueblo. En México ya no se debe seguir solapando a servidores púbicos que lucran con sus mandatos en las esferas del poder; ya es tiempo de someter al juicio público y al de las leyes a todo aquel servidor público que se le pruebe que irresponsablemente se conduzca y se sirva del cargo y genere quebrantos al erario público.

En México se deben escribir nuevas historias de justicia, de equidad y no  páginas de historias de impunidad, solo así México habrá de tomar nuevas rutas de progreso,  de confianza, pero sobre todo de combate a la corrupción; un funcionario público es un servidor del pueblo, y éste es merecedor de todo el respeto por parte de sus gobernantes; el mandato es del pueblo y el mandatario se debe a él; servirse de un cargo y acrecentar grandes fortunas mal habidas deben tener un destino : LA CARCEL.

 

 

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